domingo, 6 de septiembre de 2015

El centro comercial se convirtió en el espacio prudencial que por un lado protege y garantiza pasear y comer a salvo de la mirada y de la palabra del que suplica un pedazo de pan y una gota de agua y por otro lado, abre nuevamente un espacio para el lucimiento de los cuerpos retocados en el quirófano para el cotilleo propio de la cultura humana.